Dejando Atrás Mi Querido Chile

Por fin alcanzo a postear algo en castellano en este blog, para mis amigos en Santiago y el resto de Chile (y cualquier otro que lea este idioma). He estado desconectado del Internet varios días porque he estado en el Valle de Codpa (Camarones) por dos noches. Codpa fue todo un descubrimiento. Me había reído de mi amigo Tibor, un antropólogo que renunció de su trabajo en la Conadi hace más de un año y se fue a vivir en Codpa. O sea, ¿quién se va a meter en un pueblo tan apartado, sin luz, teléfono e Internet? ¿Cómo puede uno vivir así en esas circunstancias?

Pero al sólo ver dónde está viviendo, me cambié completamente de opinión. Codpa es espectacular. Cualquiera que diga el contrario está profundamente equivocado. Situado entre medio de un valle pequeño, el pueblo mismo no tiene mucho más que un retén de Carabineros, una iglesia del siglo XVII y un almacén que Tibor llama el “Líder Express.” La Hostería que administra Tibor está un poco afuera del pueblo, y tiene 16 habitaciones, una sala de reuniones y un comedor. Ahí reina la tranquilidad absoluta: puedes leer en paz, con sólo el sonido del río acompañándote. Puedes estirarte en el pasto, bajo el sol nortino (ya que casi nunca está nublado y el clima es muy temperado todo el año). Hay frutales por todo el recinto, así que puedes agarrar un pomelo y una guayaba y comerlos todavía tibios por el sol. En las noches, se apaga el generador de electricidad, junto con las luces de todo el pueblo, y ahí está la Vía Láctea.

Ahora la Alcaldesa de Camarones (esa señora que andaba desaparecida por un rato y después volvió cuando la absolvieron de los cargos que se le habían imputado) dice que va a traer luz al pueblo, así que esta tranquilidad no va a durar mucho más. Hay que aprovechar ahora ya. Pucha que la rayé con Codpa, me encantó.

Ahora voy a Putre, y después de esto, La Paz. Es decir, no falta mucho para que me vaya de acá. Igual me da pena.

He conocido harto del país sólo en la semana y media desde que me fui de Santiago. Primero Calama y San Pedro, donde codeé con los hippies (santiaguinos y gringos). En camino hacia Iquique, pasé por la mina de Chuqui (ahí se ve la foto abajo) que me impresionó. Como que miré para abajo y vi que desde ahí venía me sueldo esos años.

También pasé una noche en Tocopilla para ver el mar de nuevo.

Iquique estuvo bonito, como Miami chico un poco. Grandes edificios, y mucha plata dando vueltas. Aproveché de ir a la oficina salitrera de Humberstone, donde visité el teatro, la escuela y el hotel que tenían para los trabajadores ahí. Ahora se ha convertido en el Museo del Salitre. Después a Arica, donde subí al morro y me sentía todo un patriota chileno, con el orgullo que tenía viendo las maquetas de la batalla ahí.

Bueno, les dejo por ahora porque me estoy muriendo de hambre y ya se me hace tarde. Mañana me pasan a buscar a las 7:00 para el tour del Lago Chungará.

Abrazos a tod@s.